”¿Qué me importa si el partido es más feo o más lindo? ¿A quién le importa? Lo que quiero es ganar“, la lapidaria frase del ´Doctor´ Carlos Salvador Bilardo que se puede traer a colación en la Barranquilla de hoy, una ciudad que vive y sufre con Junior. Y es que el presente del equipo parece regirse bajo el resultado y los números que lo mantienen en los primeros lugares; en pocas palabras, donde el fin justifica o al menos disimula.
La hinchada, acostumbrada a la fiesta y al juego vistoso ha tenido que presenciar la frialdad de los tres puntos por encima de cualquier otra consideración. ¿Que el equipo sufrió? ¿Que el gol llegó por un penal? Al final de la jornada, lo único que se publica en las tablas es el resultado, donde se cortó la mala racha y se ganó, aquí el pensamiento Bilardista se vuelve el argumento perfecto.
Junior en Valledupar jugó mal y ganó, pero también ha jugado partidos en los que ha sido mejor que su rival y termina perdiendo o empatando.
Los tres puntos ante Alianza nos reafirman cada vez más las carencias actuales del equipo, un Junior desordenado, impreciso, sin patrón de juego y dependiente del azar.
El equipo de Arias no controló el partido, cediendo la iniciativa a un rival que lo metió en su arco. Si no fuera por un penal y la mala fortuna de Alianza, la historia habría sido otra.
La necesidad de ganar se cumplió, sí, pero el equipo está en deuda con su fútbol.
De esta fecha se resalta fervor de su hinchada que acompañó en Valledupar a un Junior que ganó, pero lejos estuvo de jugar bien.
Este triunfo a lo Bilardo solo sirve para el triunfo de ayer, pero no garantiza el éxito de mañana. El calendario que se avecina con compromisos cruciales en Liga y Copa, como el duelo ante América, dudo que sigan perdonando las deficiencias de funcionamiento.

