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Juan Román Riquelme, histórico exfutbolista argentino, regateaba, daba pases y metía caños en su carrera, representando el arte en el fútbol, porque logró consolidarse en su campo como un ícono creativo, distintivo, igual que Leonardo Da Vinci lo es en la pintura.

Riquelme regateaba, regateaba, metía pases, más, más y más, sin perder el estilo y cansarse como un artista que se prepara para realizar la mejor obra, actuación o pintura de su vida, en este último caso, tomando el pincel en su mano con delicadeza. Así lo hacía Román, igualmente, durmiéndola en el pecho o con el pie sin perder la elegancia, cual garza que se anida en un árbol para poner sus huevos.

‘El último 10’ no solo tenía la vista de un artista para saber cuál era el mejor camino a seguir en su propósito, también la capacidad a fin de afrontar cambios en su trayectoria como el arte sufre a medida que pasa el tiempo, que se vuelve un elemento que exige constancia para ser distintos. Riquelme entrenaba y tuvo grandes maestros y compañeros, demostrando que para ser un buen futbolista no se necesita tener demasiada fuerza o correr mucho, sino analizar los momentos y pensar bien, teniendo la recompensa más adelante.

Riquelme tomaba el balón, alzaba la vista, analizaba el panorama y tocaba el esférico para dar pases que se veían como pinceladas, como hacía Da Vinci en su momento mientras pensaba cómo podía quedar mejor ‘la Mona Lisa’, y de la misma forma, les quedaron unas auténticas obras de arte.

‘El último 10’ metía túneles en medio de las piernas de sus rivales. Uno de los más destacados fue en un Superclásico entre Boca y River Plate, aquel 24 de mayo del 2000 en octavos de final de Copa Libertadores, donde su verdugo fue el colombiano Mario Alberto Yepes, quien se encontraba detrás de él, y Riquelme sin dudarlo, pisó el balón con su derecha de oro; este terminó anonadado en un día en el que al equipo dirigido por Carlos Bianchi, en ese entonces, le salió de todo.

La música es arte, por supuesto, y Román tampoco era alejado de ella, apasionado por la cumbia, el ex volante central de Argentina, Boca Juniors, Villarreal, entre otros equipos, hacía una gran sinfonía en los campos de juego, como la que Los Palmeras dejan en cada concierto que realizan, poniendo en evidencia de la misma forma cómo los argentinos tienen la marca registrada para emocionar y entretener a cualquiera.

Ahora en el rol de dirigente, Riquelme debe aprender el arte de saber cómo regresar a Boca Juniors a la cima del fútbol de América con fichajes, mejores movimientos en negociaciones y ventas necesarias para recuperar el prestigio que se perdió en parte tras los años dorados en la década del 2000, que tuvo en 2008 a la Recopa Sudamericana como el último título internacional del ‘Xeneize’.

Por Víctor Manuel Posada Martínez

Comunicador social y periodista/creador de contenido digital colombiano. Director de Empuje Deportivo y Empuje Cultural. Periodista de El Heraldo. Experiencia en medios de comunicación desde 2020.

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